Mi columna de opinión "Torta Tortón" en XQSíMagazine
No me gusta decir la edad, y no es que me arrepienta de mis años vividos o me avergüence de mi historia. Podrán llamarme ridícula, pero soy de las que miente la edad siempre. Como dice un amigo “algún defecto una tiene que tener”. Y mi defecto es que hasta yo misma me olvido a veces del año en que nací.
Eso sí, cada año festejo mi cumpleaños como si fuese fiesta nacional. Desde que emigré al norte. tengo la dicha de festejarlo en verano. Aunque nací y crecí en el sur del mundo, el invierno jamás ha sido santo de mi devoción.
Pero el norte, además de permitirme festejar bajo el sol californiano, me da en su calendario dos días de diferencia (y unos cuantos años claro está) con la celebración de la Independencia “americana”: el famoso 4 de julio.
Fecha que recuerdan, con estrepitosos fuegos artificiales, carne asada y cerveza, los amantes de la Independencia y que yo aprovecho no para honrar a los héroes patrios sino para seguir los jolgorios de mi nacimiento.
Y es que la historia oficial patriota de este país poco me llega al alma.